Inmediatamente después de que nos mudamos a Orlando, nos topamos con Víctor. O, mejor dicho, él nos encontró a nosotros. Estábamos sacando a pasear a nuestro otro perro, Charlie, cuando Víctor se acercó. La noche anterior había llovido, así que estaba todo mojado y sucio. Al principio, Víctor se mostró receloso con Charlie, pero cuando mi esposa se quedó con él y yo me acerqué a Víctor, al tiro movió la cola y se mostró amistoso.
Permitió que lo acariciara y logramos llevarlo a nuestra casa sin necesidad de correa. Lo alimentamos y lo bañamos. No sé si se había escapado o si alguien lo había abandonado, pero no tenía ni placa ni chip. Buscamos a su dueño publicando en redes, pero nadie dio señales. Así que finalmente, decidimos quedárnoslo.
Víctor es un husky y ahora tiene como dos años. No le falta energía y es súper cariñoso. Durante el día, no me suelta; me sigue a todos lados. Le fascina jugar con Charlie (aunque a Charlie solo a veces le agrada jugar con él) y corretear por el jardín. Ya llevamos casi un año con él, y no me imagino la vida sin su compañía.